(making on)

 

Mañana, lunes 17, la pasaré con los alumnos de segundo de bachillerato en la Escuela de Arte de Huesca, intercambiando con ellos comentarios e impresiones sobre Proyecto Pop-pins. Ya ha habido algún que otro encuentro con lectores (o no, en todo caso medianamente interesados en ver qué cosas se pueden hacer con la literatura e internet); pero este de mañana me produce especial interés, por tratarse del ámbito de una Escuela de Arte y porque los interlocutores serán jóvenes muy jóvenes.

He estado dándole algunas vueltas a qué decirles. Finalmente, sólo he apuntado algunas cosas que me gustaría que no se olvidaran, a modo de boyas, de señales de navegación. Por ejemplo,

– Pop-pins nace directamente de mi interés bipolar por la literatura y sus derivaciones creativas y por la historia y sus imposibilidades ontológicas (algo que ya está presente, de forma bastante ingenua -¡hay qué ver!- en la novelita Pan de Oro, que publiqué hace unos años. O sea, por aquí, hay líneas de continuidad.

– Pop-pins empezó a fraguarse hace bastante tiempo, a raíz de algunas lecturas sobre el anarquismo en España, y concretamente, en Aragón, durante el primer tercio del siglo XX, hasta la Guerra Civil. Después, ese tema nuclear en principio, se convirtió en un tema detonador, nada más. Detonador de la serie de hechos, comportamientos, silencios, etc, que atraviesan una saga familiar. O sea, por aquí, todo bastante tópico.

– Pop-pins encuentra en un momento determinado una vía de escritura en Internet, y lo hace recurriendo voluntariamente a herramientas «pobres», a recursos «simples» (texto, hipertexto, sonidos, imágenes, vídeos seleccionados entre material existente en la red, música). O sea, elementos totalmente conocidos para todos. La idea es que una historia puede ser contada en Internet con elementos muy sofisticados, casi extra-literarios en sentido estricto, aunque cabría mucho que decir al respecto (programación, video, etc), pero también con elementos más toscos, más alcanzables para el común de los usuarios. En este sentido, la literatura sale ganando en posibilidades expresivas y en cauces de comunicación.

– Qué sucede en Pop-pins: Helia, la actriz protagonista, viaja a Londres, desde donde ha sido reclamada por su ex-marido, que está a punto de morir, para que le acompañe y le ayude en este trance final. Quedan citados en un bar de la zona de Picadilly, el día 22 de junio de 2012, domingo, a las siete de la tarde, aproximadamente. Pero Helia no se siente preparada totalmente. Helia, además tiene una particularidad en su sistema nervioso, digamos: es hipnopómpica, y por ello vive indistintamente y de igual forma en diferentes planos espacio-temporales de la realidad, y también del sueño. Helia decide pasar todo el día 22 en Picadilly, armada de su ordenador portátil, poniendo en orden su/s vida/s, y así prepararse para la tarea difícil y tremenda que le pide Patrick. Todo un día para deambular. Todo un día en el que Helia está sentada ante las mesas de dos únicos bares de Picadilly, mientras su escritura, su memoria y su hipnompia la lleva a deambular por los lugares y los  tiempos de una vida y de las vidas que heredó (la gente de su familia).

-Pop-pins habla de realidades, de una manera totalmente fuera de la realidad, seguramente para desde la distancia, intentar comprender lo que parece complicado entender desde el mismo plano. En este sentido, y también por las características neurológicas de la protagonista, el recurso a la narración descoyuntada, desordenada, al montaje de tramos más cinematográfico que cartesiano, parece el más coherente. Pero esto tampoco es nuevo, ni siquiera de empleo reciente.

– Porque en el uso de las tecnologías de la información para construir artefactos literarios me interesa tanto los nuevos instrumentos, como las fórmulas de siempre que re-interpretamos una y otra vez.