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Making on: Entrelazar-Ser sin

No sólo reconozco que la escritura durante el Proyecto Pop-pins está influida por muchas informaciones y circunstancias que van sucediéndose mientras escribo y vivo, o vivo y no escribo, sino que reivindico esa aleatoriedad consecuente (asúmase la posibilidad de estos estados de la consciencia y del ser que son gracias a que se cumplen a su vez estados aparentemente contradictorios, teniendo en cuenta que la contradicción no es una ley de la naturaleza, sino una ortopedia social).

Como preámbulo al siguiente capítulo de Pop-pins (en el que estoy y desde el que me disperso, porque leer siempre te lleva a no lugares), dos breves preguntas/respuestas de Anton Zeilinger (creador del primer entorno de experimentación que fue capaz de observar la teletransportación*  de fotones entrelazados) en una entrevista aparecida en La Contra de La Vanguardia en noviembre de 2012:

Pregunta/respuesta 1 (que elijo):

La física cuántica se encarga del estudio de lo más pequeño, ¿cierto?
Va aumentando el tamaño.

Pregunta/repuesta 2 (que elijo):

Son más importantes las preguntas que las respuestas.
Por supuesto, y eso se ve clarísimo cuando hablamos con nuestros hijos: siempre es más importante su pregunta que nuestra respuesta

(http://www.lavanguardia.com/lacontra/20121124/54355782552/la-contra-anton-zeilinger.html)

————————————————

* Es muy reciente, de hace tan sólo días, la noticia de que científicos de la Universidad de Jerusalén han demostrado el entrelazamiento de fotones a través del tiempo y no existiendo ya el primer fotón observado/medido (tan frágil que perece al ser observado) —  (http://www.tendencias21.net/Consiguen-entrelazar-fotones-que-no-coexistieron-en-el-tiempo_a18818.html)

La nieve

La ciudad fue llenándose de un silencio maravilloso y abrumador. Siempre crea silencio y sosiego la caída de la nieve, pero el de la jornada de Navidad del año 1962 será perpetuamente recordado como el de una ciudad paralizada, yerta e inmóvil, de cuyas calles fue retirándose todo signo de vida, a medida que la tarde iba cayendo. Sólo se oía de vez en cuando la sirena de algún coche de bomberos que se lanzaba a la arriesgada aventura de transitar para acudir, con el celo de siempre, a alguna llamada urgente.

 Mientras tanto la caída de la nieve ha borrado el desnivel entre bordillos y calzadas, desdibujando el trazado de las calles, bloqueando puertas y accesos, posándose sobre los aleros y las marquesinas. Su precipitación dificultaba intensamente la visibilidad y creaba un misterioso reflejo en el aire con una luz azulada e indefinible que convertía en irreales todos los perfiles y poblaba la calle de peligros y amenazas (La Vanguardia, 27 de diciembre de 1962, http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1962/06/17/pagina-3/32724968/pdf.html).

 

 

Siempre que nieva es 1962 y nieva dentro de un balde de cinc. Nunca he visto nevar sobre el mar. Ya no sé qué día es hoy: el mismo que hace unas horas cuando llegué a Picadilly o cualquier otro día pasado o futuro de mi vida. Es el día que sea cuando escriba lo que tenga que escribir en ese momento, porque, mi querida Albertina, todo se reduce a la misma y única melodía vibrando en un único tiempo detenido: la nieve sobre el balde de cinc. Un único tiempo que es no tiempo, en el balde de cinc: el círculo del baño infantil, el círculo de la nieve que las máquinas han amontonado permitiendo caminos de ida y vuelta: 27 de diciembre de 1962, ¡sujétate bien, Helia!, grita mi madre antes de desaparecer, hoy, ahora todavía; ahora sé que yo soy Helia, entonces aún no me llamaba así. Albertina, toda la vida la he echado de menos. A mi madre. Pero, querida niña (dice Albertina con suavidad, -la hipnopompia es lo que tiene, siempre puedes encontrar a alguien a tu lado para conversar-) ella no se fue. No, contesto a mi vez: quizá se volvió blanca del todo como la nieve. Cuando la nieve se derritió, todo había cambiado, Albertina, y ella sólo pensaba en desvanecerse.  Luego me hice actriz. Elegí el teatro para no huir nunca, para no abandonar a nadie.  La nieve es engañosa, Helia. Ya lo sé, Albertina, en realidad la nieve no existe. También he echado mucho de menos siempre el mar. Lo siento mucho, niña.

 Bueno, me conformo.

Nevada

la NIEVE

Noche en blanco

Anoche me costó mucho dormirme. Volvía a nevar todo el tiempo dentro de mi cabeza. Ya sé que decir esto puede sonar un poco entre trasnochado y demente. Bueno, es lo que hay.

Intento retomar el equilibrio de tiempos y acciones que me permitan seguir con todas las tareas (acaso excesivas, porque me dispersan, no por su número) al tiempo que con ellas procuro limpiar mi cerebro de sensaciones y sentimientos que no quiero.

Es lo que pasa cuando.

Nevaba anoche todo el tiempo, porque cerré el capitulito sobre la nieve y la gran nevada del 62 y el balde de cinc. Lo cerré, pues es brevísimo. Incorporé un texto de La Vanguardia, de la edición correspondiente al día 27 de diciembre de 1962. Este es el enlace (http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1962/12/27/pagina-3/32724968/pdf.html) y el texto (Un silencio abrumador) el que describe en poética y antigua prosa la ciudad quieta bajo la nieve (la portada de La Vanguardia es una pasada (http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1962/12/27/pagina-1/32724966/pdf.html)

Lo que yo recuerdo sobre todo, es esa mañana del día 27. Habían amontonado las quitanieves y la gente la nieve a los lados de estrechos senderos que recorrían aceras y calles para poder caminar. La nieve acumulada era mucho más alta que yo (que era muy pequeña todavía-:))). Blanco todo.  Sólo blanco ante los ojos. Como esta noche pasada en mi cabeza cuando no me podía dormir.

Esta foto (http://www.bcnhoy.com/la-nevada-de-barcelona-en-1962.html) me gusta porque está tomada en la Avinguda Borbó (en el 62 Avenida de Borbón): yo vivía justo al lado, y esa avenida fue luego escenario de muchos de mis juegos infantiles (sí, estoy un poco de regresión– no sólo por Pop-pins; también por la vida; aunque tengo que decir que la idea de Pop-pins siempre fue que la literatura y la vida anduviera confundidas – en toda la semántica del adjetivo).

Es un capítulo, como dije, simbólico. Creo que no requiere en sí mucho más. Lo doy por cerrado. Pasamos a otro que habla del desierto y los bares de Zaragoza.

La nieve

Iniciado (siempre a contracorriente: esta vez,  nuevo episodio de urgencia materno-médica) el nuevo capítulo. La nieve. Siempre que nieva, nieva en 1962. Porque cualquier nevada se mide con aquélla de los inicios de la propia vida (en mi caso). La importancia de este capítulo es pues sobre todo simbólica (creo).

También creo que nunca he visto nevar sobre el mar, aunque nací a orillas del mar. Eso me disgusta. Siempre nieva dentro del balde de cinc en el que nos bañaban de niños. No es fácil (tampoco usual) hablar en una novela del balde de cinc.

————– Resulta que las noticias sobre la Gran Nevada de 1962 en Barcelona han ido aumentando en la red. Cuando empecé a buscar información no encontraba demasiadas cosas: algunas fotos, alguna noticia de La Vanguardia (mi debilidad por este periódico no sólo se debe a que practica un periodismo bastante serio -no entro en cuestiones ideológicas-, y especialmente a que hace una muy buena información cultural, sino evidentemente se debe también a que es el periódico de mi infancia) …  Sin embargo, (la Gran Nevada, hablo de ella de nuevo), ahora ya hay bastantes cosas, vídeos incluidos. Y uno de estos vídeos me ha disgustado especialmente:  porque es un reportaje de la época que utiliza la nevada para hacer propaganda de los logros económicos de la dictadura.  Qué triste. Me fastidia. (http://www.dailymotion.com/video/xaz6o2_1-parte-video-historico-de-la-neva_lifestyle). Casi prefiero este otro http://www.youtube.com/watch?v=WtZcWQYiFKo

Leer el pensamiento: una nueva técnica literaria-:)

Descifrada la actividad cerebral que podría permitir leer el pensamiento (La Vanguardia/Vida)

Este mapa cerebral me gusta mucho. Me gusta mucho que podamos tener un MAPA CEREBRAL. Me gustan los mapas. Hay una prueba neurológica (lo sé porque acompaño siempre a Daniel cuando se la hacen) que se llama CARTOGRAFÍA CEREBRAL. Es muy interesante.

Ahora que estoy escribiendo Pop-pins no me importaría que escucharan mi cerebro y directamente transcribieran el pensamiento: esto puede ser un nuevo paso en la asimilación de nuevas técnicas literarias definitivamente totalizadoras y vitales.  Helia me pregunta que cómo distinguirá el escuchador-transcriptor cuando pienso yo y cuando piensa ella en mi cerebro, ahora cuando escribo Pop-pins. Escribo Pop-pins, como todo el que escribe habitualmente supondrá, aun cuando no  esté concretamente escribiendo. Se escribe todo el día, en el pensamiento la actividad de escribir es continua. Hay muchas voces en la actividad de mi cerebro ahora. Creo que siempre hay muchas voces en cualquier cerebro: no somos uno. De hecho ya ven que Helia y yo conversamos todo el rato, que es como estar todo el tiempo dentro de Pop-pins.

¡Va a ser enorme lío!

Y escuchándome ahora, observo que la disposición textual de los diálogos en Pop-pins (como se verá y leerá cuando llegue el momento, que llegará, e igual llega fragmentariamente con antelación) tiene mucho que ver con esto de que todas las voces sean como simples y matizadas proposiciones de una autoconversación (no sólo en mi caso pop-piano/ en todos los casos). De hecho está claro que en el capítulo que escribo (La Prisionera) es lo que ocurre con las voces y sucesivas transformaciones de Helia, Albertina y Rose Mary Taylor: todas hablando, todas flotando bajo el techo de la Saint James Tavern de Londres, todas resonando dentro del gran globo cerebral Rover.

¿Por qué decimos «La España de Franco»?

Confieso sin empacho que una de mis preocupaciones mientras dura el proceso de construcción de Pop-pins es que el empeño -tanto en esta fase como cuando hayamos concluido- aparezca como algo extemporáneo, fuera del interés de la colectividad (de alguna colectividad, por lo menos). Hay un núcleo de Pop-pins altamente pulsátil referido a la llamada España de Franco.

Personalmente, puedo entender cierta reacción urticariosa a determinados temas.  Pero no puedo entender que sea la parte del curriculum de la asignatura de Historia que siempre se deja de dar en los institutos.

Sin embargo, creo que algo sucede ahora. Sucede después de bastante tiempo de negarnos a reflexionar sobre nuestro inmediato devenir: los historiadores, algunos escritores (ilustrados y burgueses, por lo general) -,  lo han ido haciendo, pero no así la gente en general (para nada). Parece extraño. Porque hay mucho camino por el que transitar. Y porque además conviene poner de manifiesto cuantos más puntos de vista, mejor.

En fin, me viene bien la aparición de algunas reflexiones que voy leyendo últimamente. HOy mismo, Cultura/s —–>

Aunque, finalmente, también he de confesar que no me interesa tanto la memoria de lo acontecido y vivido, como la memoria comparada:

1951 – Univac – USA


España 1955, fotografía de Inge Morath  (abajo derecha)*

*http://sinestrellas.blogspot.com/2010/07/inge-morath-en-la-espana-de-los-anos-50_13.html

Beatles

En 1965, la beatlemania comenzaba a airearse tímidamente en los medios de comunicación, fundamentalmente en la radio. Desde la Cadena Ser, Joaquín Luqui, Tomás Martín Blanco o Rafael Revert corrían a Londres a comprar los nuevos discos de los Beatles, porque en España era impensable encontrarlos. Rafael Revert cree que tanto el precio como el clima de miedo influyeron en el escaso número de personas que acudió a la plaza de toros. «Además, los fans de aquella época no estaban acostumbrados a este tipo de conciertos. Los que fueron a aquél eran fans de pura cepa. No hubo ni siquiera periodistas». Sobre Lennon, Revert opina: «Era, junto con Paul Mac Cartney, el puntal del grupo, sus composiciones, sus mensajes, llegaron a millones de personas de todo el mundo y supusieron una ruptura generacional incluso superior a la que produjo Elvis Presley. Los Beatles cambiaron no sólo la música, sino la forma de vestirse y otras formas de conducta juvenil». (José F. Beaumont, El País, 10-12-80, http://goo.gl/o3dNrX)

la_vanguardia_1965

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