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Escuela de Arte de Huesca

No formatos intermedios

Los soportes intermedios, como el compact disc, son los que primero desaparecen. Recuerdo esta frase enunciada  por José Antonio Cordón

https://www.facebook.com/joseantonio.cordongarcia?fref=ts,  escribo entera la url del muro en FB de José Antonio Cordón, porque algo le pasa a WordPress esta noche, y todo está como a medias aquí en las tripas de esta plataforma de edición en la que habito, cuando de Pop-pins se trata –

durante  una conversación mantenida entrecordamente y en la que también estaban, creo recordar, Javier Valbuena y Laura Borrás. Fue  durante una pausa de las sesiones del  pasado I Salón de Literatura Transmedia, celebrado en octubre en Etopía (Zgza).

Bien. Acaso esta formulación de Pop-pins, formulación como Proyecto Pop-pins, sea en efecto un formato intermedio, es decir, equivocado.

Hace ya unos cuantos días que tenía que haber colgado el siguiente capítulo de Pop-pins. Su título, os lo cuento, será «No mires a los ojos de la gente». Aunque tengo serias dudas que llegue a subirlo. Más bien, en este momento, mi convicción es que no lo subiré.

Reconozco que para quienes tengáis costumbre de pasar por la página pueden ser un poco mareantes las idas y venidas, los avances y los arrepentimientos que voy mostrando, en cuanto al proceso de escritura, formato, alcance… Pero así es en general el camino de la literatura por dentro. Os he invitado precisamente a que lo observéis desde la primera fila; a que intervengáis incluso.

La charla con los alumnos de la Escuela de Arte de Huesca ha supuesto un antes y un después para mí en Proyecto Pop-pins. Claramente porque me obligó a recapitular y a hacer balance. Y no estoy satisfecha. No tiene que ver con el tema de la rentabilidad, ese que precisamente planteaban los chicos de la Escuela; no tiene que ver con el esfuerzo. Tiene que ver con encontrar la forma adecuada al contenido. Creía, sinceramente, que era esta que venimos trabajando. Pero hace ya algún tiempo que me asaltó la duda del «formato intermedio». He continuado a pesar de esa duda. Pero tras la recapitulación para la charla en Huesca, ya no sé si quiero trabajar tal y como lo he estado haciendo. Quizás demasiadas complicaciones en cuanto a formato. No se si ayudan a profundizar y ampliar el discurso y la historia que viven en Pop-pins. Si no lo hacen, no tienen sentido. Tengo la impresión de que este Proyecto Pop-pins constituye un formato intermedio, es decir, abocado a no estar en ningún parámetro. No me importaría demasiado, si pensara que repercute en Pop-pins enriqueciéndola. Pero a menudo creo que sucede todo lo contrario. Que está perjudicando el crecimiento de la narración, y también de la transnarración.

Quizás lo mejor sería, en  adelante, sin dejar de aportar elementos transmediáticos respecto a la historia y su narración, simplificar un poco todo, para que resulte más ligero.

Tampoco tengo claro si es bueno que siga mostrando capítulos, puesto que me veo abocada a escribir muy despacio. Quizás mejor mostrar los elementos transmediáticos, que pueden dar idea sobre lo que voy trabajando, junto al making on, reservando el total de los textos para cuando todo esté terminado.

De momento os iré contando las reflexiones al respecto y mantendré vivo el making on, que en cualquier caso, sea cual sea la decisión adoptada, continuaría para dar cuenta del trabajo que voy haciendo.

Repléguemonos por el momento a los cuarteles de primavera y pensemos.

¿Demasiado esfuerzo?

Me escribe la profesora Carmen Nueno, responsable de la asignatura de Literatura en los dos cursos de segundo de bachillerato de la Escuela de Arte de Huesca, con los que el lunes pasado mantuve un encuentro en torno al Proyecto Pop-pins. Me escribe para comentarme, como quedamos, acerca de las impresiones que sus alumnos le han manifestado sobre nuestro encuentro.

Agradezco mucho esta reflexión posterior de los alumnos, y del conjunto de la misma tengo que destacar una cuestión, porque es absolutamente coherente con la época que vivimos, cuajada de pretensiones y objetivos cortoplacistas (lo que no resta en buena intención, pero seguramente sí en «calidad de vida»).

Opinan los alumnos de segundo de bachillerato de la Escuela de Arte de Huesca, y lo hacen desde su legítima posición en este mundo (por edad y por época) que Proyecto Pop-pins requiere un esfuerzo excesivo para los pocos lectores que va a tener.

Quiero, primero, agradecer su atinada percepción respecto al carácter del Proyecto Pop-pins, que efectivamente no está concebido como un artefacto de interés mayoritario. No porque no quisiera, personalmente, que así fuera. Ojalá. Pero soy consciente de que no lo es. Y también soy consciente de que ni quiero ni sé hacer, con los mimbres de que me he armado, otra cosa, convenza o no el resultado a muchos o a muy pocos lectores.

Quiero, después, hacer una mínima consideración acerca del esfuerzo necesario. Sé que parecerá acaso cateto y acaso pasado de moda decir que la importancia del esfuerzo realizado no debería tanto medirse por el resultado de su rentabilidad contable (sea en este caso lo contado lectores posibles), sino por el del grado de satisfacción y crecimiento personal que el esfuerzo creativo le aporta a uno mismo. Hay una absoluta diferencia entre ambos términos, como bien puede entenderse. Me preocupa mucho, sinceramente, que no estemos siendo capaces de transmitir a nuestros jóvenes la idea y la convicción de que será precisamente ese esfuerzo personal el que les hará válidos para sí mismos. Añadiré esa cosa tan tópica y manida de que el esfuerzo es el que te acaba dando la medida de ti mismo, y que un acto creativo puede derivar en muchas más cosas que la simple audiencia. Porque la opinión mayoritaria no siempre acierta. Y porque vivir y crear únicamente pensando en vender muy bien lo que vivimos y creamos, termina por expulsarnos de nosotros mismos (no hay sino que fijarse en lo que les sucede a muchos participantes y protagonistas de los «reallity» televisivos).

¿Qué os diría yo? Puede parecer lo contrario, pero vivimos en una sociedad que se ha vuelto muy inmadura, terriblemente infantil en cuanto a la necesidad de obtener una satisfacción inmediata (el sms, el «me gusta», la audiencia de tv, la selfy, el vídeo en youtube, el voto político, la especulación financiera, etc. , todo forma parte del mismo parámetro: triunfar, destacar, convencer, sobresalir, lo antes posible). 

Sin embargo, ser aupado a hombros de la gran mayoría requiere normalmente no arriesgar nada o casi nada. Y generalmente terminar bastante aburrido de repetir.

Me interesa más probarme a mí misma. Hay una cosa que se llama estar convencido de lo que uno hace. Y eso, os lo aseguro,  cura casi todo.

 

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