Trabajo ahora en varias cosas a la vez. Hablo de escribir y de E-scribir. Trabajo en Pop-pins (que es un proyecto multiproyecto). Trabajo también en dos libros de poemas.
En relación con Pop-pins, además de continuar con la E-scritura y andar con esbozos previos para la nueva desviación-radioteatro que le prometí a Chusé Fernández Cotenax para TEA-FM, estoy con la redacción de un artículo sobre Proyecto Pop-pins para un libro que coordina la profesora Francisca Noguerol (Bits y Letras, creo que será el título genérico).
Al preparar y escribir este artículo he descubierto que en este momento me interesan más los conceptos y fenómenos que aproximan las prácticas analógicas y digitales de la escritura y la literatura que las diferencias. Por ejemplo, me interesa más ver cómo la llamada «interactividad» o necesaria multiparticipación en el proceso creativo de la literatura (digamos) digital ha evolucionado desde otras formas anteriores de participación por parte de los receptores y/o lectores, aunque no fueran tan evidentes. Muchos autores insisten ya en ello, remontándose a la literatura oral pre-Gutenberg, que se construía incluyendo aquellas variaciones que al relator le iba sugiriendo su propia invención, experiencia, pero también las reacciones de sus sucesivos y distintos públicos (los actores siempre han trabajado así). Puede ser una referencia buena, porque además conlleva una atención especial sobre la importancia de los puntos de vista en la construcción literaria (tantas historias y formatos como lecturas y re-tranmisiones) -tantas teorías y análisis literarios al respecto, y una sola y simple observación psico-sociológica constante-.
Pero, viniendo más acá, creo que incluso la propia literatura romántico-burguesa y sus derivaciones más o menos vanguardistas no han escapado nunca del todo a esta interactividad. Al menos, hablando en términos de pensamiento, aprehensión de discursos e historias y retorno de los mismos al flujo colectivo, que siempre ha existido -aunque con otros ritmos de transmisión y grados de entrelazamiento-.
Hace tiempo que dejaron de interesarme los discursos de la crítica que descalifican todo aquello que parece «no descubrir nada nuevo». Porque ni siquiera los movimientos de vanguardia mueren en sí mismos, y muchas veces no cuentan con las herramientas precisas para llevar a cabo completamente los presupuestos teóricos que abanderan. La recuperación de algunos gestos de antaño que ahora alcanzarán sin duda un desarrollo más completo y perfecto es otro de los temas que me interesan ahora.
Bueno, por ahí andamos.
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