Supongo que, como para otras dolencias sucede -cada cual, se dice, sabe de lo suyo-, quien no haya padecido o padezca migrañas, o cuando menos conviva estrechamente con alguien que las padezca  /eso apostillaba hace un rato F. acostumbrado a las mías desde hace tanto tiempo/,  es imposible que pueda entender lo que le ocurre a una persona bajo la implacable y cruel dominación de un episodio de este dolor.

No digo que sea peor que otros. No digo que no haya otros más intensos.

Pero la migraña anula completamente. Uno desaparece bajo su poder. Deja de existir.

Vuelvo a estas horas de una anulación que ha durado casi cuatro días. Sólo dolor durante ese no tiempo. Intenso dolor: sien izquierda dos días; sien derecha después. Náuseas. Vómitos. No puedes casi andar. No  tienes casi reflejos. En ocasiones, pierdes el conocimiento. Por descontado, no tienes pensamientos. Sólo quieres cerrar los ojos y dormir. Y que no duela.  Ni tú ni el resto del mundo existís. Es como una gran marea negra dentro de ti.

La migraña se apodera de la Miñana. Bah, qué malo.

Pero es peor pensar que todavía los neurólogos sepan tan poco de ésto.

Sólo hay una cosa buena (siempre la hay, como mala): cuando regresas, cuando te libera el alien, tienes muchas ganas de hacer cosas y estás como limpia, no hay conexiones residuales ni malamente interferidas.

Creo que Albertina (personaje en Pop-pins) es una típica migrañosa.

Migraña—-> del griego ἡμικρανίον hemikranion, literalmente ‘medio cráneo’, concretamente del plural ἡμικρανία (tomo los caracteres griegos /me gusta mucho el jodido griego clásico, aunque se me haya olvidado/  de la wikipedia)