Ayer terminé un nuevo capítulo de Pop-pins: «Ojalá que a mi madre le hubiera gustado el cine» y está ubicado en 1954. Pop-pins se construye en base a capítulos muy cortos. Las historias no tiene un desarrollo completo. Son más bien escenas, momentos que deberían actuar casi como emblemas, aunque sin la representación gráfica consiguiente (http://es.wikipedia.org/wiki/Emblema). No es que haya nada de enigmático en los textos de Pop-pins. Al contrario creo que están saliendo muy explícitos.  Cada uno de ellos es lo que dice, pero además sin duda tiene vocación de transformarse y dejarse interpretar.

Las madres de la gente de mi generación han sido unas mujeres muy machacadas en este país: España. Si eras mujer y no te gustaba el cine la vida se podía volver muy muy gris y muy triste. Las he conocido así, a algunas de ellas.

Quienes hayan descargado «Narrativas» y le hayan echado un ojo al capítulo pop-piano allí publicado («2 de julio de 1970) y ahora lean este post, pensarán quizás que Pop-pins es una novela sobre el franquismo. No. Pero también. Ya se irá viendo. El capítulo «Quiero ser un bote de Colón» está situado en 1981 y tiene un referencia al golpe de estado que en mi pensamiento automático ha quedado asociado a la canción de Alaska y los Pegamoides: me veo a mi misma pasando por delante del Gobierno Militar de Zaragoza, la mañana siguiente al golpe; el patio estaba lleno de vehículos, que no me parecieron los habituales, aunque también es cierto que no entiendo nada de vehículos militares; pero cuando menos, había bastantes más de lo usual. Yo no había dormido nada en toda la noche. Que nadie durmiera no es verdad. Pero yo estaba exhausta, la ciudad bastante silenciosa,  y por mi camino (en mi recuerdo al menos) suena «Quiero ser un bote de Colón».  Era una canción en la que yo entendía una voluntad absoluta de transformación.

Como veis en tan sólo tres pequeños capítulos hemos saltado de 1954 a 1970 y a 1981. Así son las cosas en Pop-pins.

Hay días que estoy tan cansada y tan varada mentalmente que me es imposible escribir una sola línea. Pero mi voluntad y la de Pop-pins, que persiste en su esquina de mi cerebro contra viento y marea, se empeñan en seguir. Esperamos no resultar demasiado cansinas ni empobrecidas.